Integrar en la evangelización la enseñanza acerca del valor inviolable de la vida -
3/10/1995 -
a los
participantes en el III Congreso mundial de los movimientos en favor de la
vida
Juan Pablo II
Señores cardenales; venerados hermanos
en el episcopado y en el sacerdocio; amables señores y
señoras:
1. Os acojo con gran alegría con ocasión
de este Congreso mundial que constituye una de las primeras respuestas unánimes
a la publicación de la encíclica Evangelium vitae, documento con el que he
querido dirigirme no sólo a los fieles de la Iglesia sino a todo «el pueblo de
la vida» (cf. n. 101 ).
Saludo en particular al cardenal Alfonso
López Trujillo, presidente del Consejo pontificio para la familia, a quien
agradezco las palabras que acaba de pronunciar. Saludo, asimismo, al cardenal
Fiorenzo Angelini, presidente del Consejo pontificio para la pastoral de los
agentes sanitarios; a mons. Elio Sgreccia, vicepresidente de la Academia
pontificia para la vida; a los responsables internacionales y nacionales de los
movimientos por la vida, y a todos vosotros que prestáis generosamente vuestra
colaboración a estos movimientos. Además, doy mi bienvenida cordial a los
representantes de las organizaciones provida que actúan en el
mundo.
Me alegra que el Consejo pontificio para
la familia os haya convocado para esta gran asamblea. Vuestra presencia es un
testimonio significativo de lo que los movimientos por la vida representan en el
mundo: más de cien organizaciones, algunas de las cuales a nivel internacional,
con una historia de compromiso y de obras que constituyen un fuerte baluarte en
defensa de la vida.
La iniciativa del Consejo pontificio para
la familia de invitaros a este congreso de reflexión sobre la encíclica
Evangelium vitae , confirma la sintonía que existe entre la enseñanza de la
Iglesia católica y las finalidades de vuestros movimientos. Gracias a este
encuentro, esa sintonía se reforzará y será más eficaz a nivel mundial, sobre
todo por lo que respecta a las estrategias y a la concordia de los propósitos.
Necesidad de una acción
convergente
2. Ciertamente la publicación de la
encíclica Evangelium vitae ha marcado una etapa histórica en el compromiso en
favor de la vida, en primer lugar en el ámbito de la actividad pastoral de la
Iglesia. El evangelio de la vida exige claramente que la enseñanza acerca del
valor inviolable de la vida humana, en todas sus fases y condiciones, se integre
cada vez más en la evangelización. Las comunidades locales, las diócesis, las
parroquias, las asociaciones y los movimientos no pueden dejar de ocuparse de un
intenso compromiso en favor de la
promoción y la defensa de la vida humana. Como se establece en el capítulo
cuarto de la encíclica (cf. nn. 87-91 ), es de desear que en los organismos
pastorales se creen estructuras y grupos dirigidos específicamente a este
objetivo.
Anunciar, celebrar y servir a la vida es
deber de la Iglesia en su actividad pastoral ordinaria y
constante.
Vuestra acción como miembros de los
movimientos por la vida, comprometidos con vuestra peculiar autonomía de laicos
y ciudadanos, incluso en el ámbito civil y político, no exime a ninguna
comunidad eclesial del deber de
desempeñar su papel pastoral en favor de la vida. Se trata de presencias
complementarias, que deben ser armonizadas entre sí en beneficio de la misma
Iglesia y de la sociedad.
Esta acción convergente de los organismos
pastorales y de los movimientos por la vida se justifica por el hecho de que la
vida, valor civil fundamental en toda sociedad, revela a la luz de la fe su
pleno significado.
Anuncio, santificación y
servicio
3. Por tanto, la fase que comienza ahora
será nueva y más rica en trabajo y compromiso, porque la Iglesia, desde su
propia perspectiva, llevará con fuerza renovada el anuncio, la santificación y
el servicio cotidiano a la familia y a la vida.
Es evidente para todos que la defensa de
la vida es un compromiso que no sólo afecta a la moral privada, sino que también
es una cuestión social y política; más aún, afecta a la misma razón de ser de la
sociedad política.
De aquí que el compromiso en defensa de
la vida no puede dejar de reflejarse, mediante una acción pacífica, convencida y comunitaria, en
el ámbito de las costumbres, de la cultura y de la legislación.
La victoria de la verdad y de la vida
pertenece ya a la historia de la salvación; a todas las fuerzas que se inspiran
en el respeto a la dignidad humana les corresponde el compromiso de inscribirla
en la historia de los hombres.
Es preciso unir fuerzas
4. En particular, los nuevos problemas
planteados por el progreso de las ciencias médicas y por la aplicación de las
políticas demográficas en el mundo requieren este compromiso más amplio y
profundo. En efecto, hoy exige nuestra atención una vasta gama de temas
característicos de la bioética, de enorme relieve para la historia de la
humanidad. El compromiso ético en favor de la vida en cada uno de sus estadios
se extiende hoy a la defensa del patrimonio genético del ser humano contra toda
alteración o selección, al mantenimiento de la fisonomía propia del amor
conyugal y de la procreación, a la búsqueda de la justicia y equidad en el empleo de
los recursos para la sanidad y, en fin, a la defensa del equilibrio ambiental.
Se habla de compromiso en favor de la
vida y la salud, para la organización de la sanidad pública, especialmente en
los países en vías de desarrollo, y se habla, en fin, de supervivencia de la
humanidad frente a las amenazas provenientes de las armas atómicas y químicas y
de la posibilidad de alteración genética.
Frente a esta amplitud de campos de lucha
antiguos y nuevos, donde se configuran «amenazas programadas de manera
científica y sistemática» (Evangelium vitae, 17) , es necesario juntar las
fuerzas, unir las inteligencias y establecer estrategias comunes armoniosas y
eficaces.
Un binomio
inseparable
5. Vuestra misión se abre ante un
horizonte realmente vasto, que implica también promover el valor insustituible
de la educación de los jóvenes y de las familias en el amor verdadero, fiel y
casto. No es realista pensar que se afirme una cultura de la vida si falta una
seria educación de las conciencias y en
particular, si no hay una real orientación afectiva hacia los valores de
la familia. Estos presupuestos son cada vez más importantes en una verdadera
estrategia de defensa de la vida.
En ese marco, la familia y la vida
constituyen un binomio inseparable y del mismo modo, el amor casto y fiel es el primer nivel y la condición
insustituible de la cultura de la vida.
Preparación en el campo de la
bioética
6. Estos compromisos, que constituyen los
objetivos de vuestra estrategia, requieren una preparación profunda en el ámbito
de las temáticas médica, ética jurídica y social. La lucha en defensa de la vida
puede ganarse sólo si al entusiasmo y a la valentía de cuantos participan en
ella se añade una preparación específica en estos campos. En particular, se
requiere una formación en el importante campo de la bioética, destinada, ante
todo, a los agentes sanitarios, pero también a cada uno de los
ciudadanos.
La aportación pastoral de los organismos
de la Iglesia, a los que se ha añadido recientemente la Academia pontificia para
la vida, creada para actuar en sintonía con el Consejo pontificio para la
familia y con el Consejo pontificio para la pastoral de los agentes sanitarios,
puede dar, por su parte, un apoyo insustituible a la acción común en defensa de
la vida. Pero en vuestros movimientos será singularmente valiosa la contribución
que prestan los intelectuales, los juristas y los profesionales de la medicina,
así como sigue siendo indispensable la aportación de los formadores de los
jóvenes y de los responsables de los movimientos educativos, una vez que hayan
profundizado, ellos mismos en primer lugar, las exigencias inderogables de la
moral en defensa de la vida humana. Os exhorto a acompañar con particular
atención a los adolescentes y a los jóvenes en las escuelas, para que puedan
recibir una presentación adecuada de los valores morales, civiles y religiosos,
que son coherentes con la dignidad de la persona humana y con la defensa y la
promoción de la vida.
También es urgente prestar atención a lo
que sucede en los Parlamentos, donde van manifestándose orientaciones
legislativas en el ámbito del bioderecho y de la protección de la corporeidad
humana y de la familia, que incluyen aspectos preocupantes. Cuantos tienen
verdadero interés por la dignidad de la persona y el destino futuro de la
humanidad, no pueden renunciar a su deber de vigilar y actuar.
La solidaridad de la
Iglesia
7. Amadísimos hermanos y hermanas, en
vuestra tarea fundamental de educación, promoción y defensa de la vida, os
sostiene la solidaridad de la Iglesia y la de todos los hombres de buena
voluntad.
Vuestra fuerza reside en la verdad que
testimoniáis, pero la eficacia de vuestra acción depende, en gran parte de la
armonía concorde de vuestros esfuerzos. Mientras os expreso mis mejores deseos a
vosotros y a cuantos colaboran en los movimientos que representáis, invoco sobre
todos la bendición del Señor de la vida.
Joannes
Paulus pp.
II